Queridos niños, traemos nuevos apuntes culturales. Ayer acabé el tercer libro de Sabino Méndez, ex-guitarrista y compositor de Loquillo y Trogloditas en la época ochentera en que "Cadillac solitario", "Rock´n Roll Star" o "Ritmo de Garaje" fueron elevadas a la categoría de clásicos. El libro en cuestión se titula "Hotel Tierra" y viene siendo una sucesión de diarios personales del autor, bitácoras vitales desde aquellos años hasta estos días.
Pero el hecho de haberlo acabado me ha recordado su primer libro, uno de mis favoritos: "Corre Rocker. Crónica personal de los ochenta". Para empezar a definir lo que me supuso este libro escribiré su primer párrafo, irresistible como todo el resto:
"Dos individuos, desnudos de cintura para arriba, caminan con cuchillos entre los dientes por la cornisa del tercer piso de un hotel de provincias en medio del insomnio estival. Animal es uno de ellos. El otro soy yo."
Rara, muy rara es la ocasión en que se juntan una interesantísima experiencia vital con un narrador inteligente y expresivo.
La experiencia vital es interesante por varias razones; nos encontramos en los años 80, recién salidos de la Transición democrática, son tiempos de libertad a chorro, manguerazos de experimentación y desmadre, los 60, 70 y 80 del resto del mundo como una bomba H en la España desorientada, la Movida en Madrid,etc... Pop, punk y psicodelia a los cuatro vientos.
Sabino, un chaval de barrio de Barcelona, hijo de la inmigración asturiana de mitad de siglo, ve en el rock un eje para su engranaje vital y a partir de ahí todo sucede sin freno aparente. El éxito profesional, los viajes, los conciertos, los discos, los libros, las drogas, las muertes, la adicción a la heroína, la madurez personal, la inquietud cultural...
Ascender y caer y no morir en el intento. Sabino Méndez escribe y desmitifica. Resulta casi imposible creer que un libro así esté escrito por un guitarrista de rock cuando bien podría ser obra de un escritor consagrado. Si le añadimos el lema del no future al personaje en cuestión nos sale una de las reflexiones vitales más lúcidas que cualquiera se pueda encontrar empacada en varias páginas absolutamente brillantes. Son opiniones, vivencias, miedos, mitos, tristezas, ilusiones, críticas al orden establecido y a las propias contradicciones, amores, desamores... y todo con la convencida impresión de que el autor no está, y ni siquiera lo necesita, exagerando ninguno de sus recuerdos.
En serio, si lo leéis os va a enganchar, pero mucho. Un rockero librepensador y autodidacta que escribe sobre su propia experiencia no es una oferta que se pueda rechazar y más cuando el susodicho cuestiona todo lo que le rodea con la inquisición y sagacidad de una mente despierta como la de un niño que lo va descubriendo todo poco a poco sin dejar por ello de experimentar al límite. Los comentarios puntuales a los pasajes del libro no se me acabarían, así que quien quiera que lo lea, que es buenísimo y luego lo comentamos.
Por cierto, fans de Loquillo ( personalmente hablando ) abstenerse. Aunque a día de hoy vuelven a hacer pasta los dos juntos. Como debe ser.
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