viernes, 30 de abril de 2010

SIGUIENDO EL EJEMPLO DEL AMIGO LOU ...




Vemos a esos jovencísimos padres a diario en las revistas, la televisión y el cine. Anuncian olores,placeres, pronuncian mensajes y comentarios, envuelven sus cuerpos con materiales que son mucho más que simples telas. Son narraciones y promesas de un mundo maravilloso, cuentos de felicidad que nunca deberían dejar de contarse, porque de otra manera, como le ocurría a la hermosa Sherezade en Las mil y una noches, podríamos perecer. Pero me temo que Sherezade dejará pronto de contar cuentos.


Retrocedamos mentalmente: ¿cuándo se impuso económicamente esa fijación absoluta en la imagen de la juventud? No hace demasiado tiempo. A principios de la década de 1960, la gente empezó a seguir el rumbo que marcaba la juventud en la moda, la música, la publicidad y el cine, es decir, en todos los ámbitos en los que miramos, jugamos o buscamos entretenimiento.

Diane Vreeland, redactora jefa de una de las publicaciones más influyentes del mundo de la moda, la estadounidense Vogue, fue la que acuñó y difundió el término youthquake (seísmo juvenil) para describir el impetuoso movimiento que dominaba la moda, la música pop y la cultura de los jóvenes. Aunque el término parecía evocar un desastre, el fenómeno habría de convertirse en una bendición: un nuevo grupo de consumidores de proporciones gigantescas que inició ese culto a la juventud que la publicidad sigue alimentando en nuestras conciencias.
Lo malo es que como la mayoría de los consumidores tiene cada vez más edad, nuestra sociedad padece de infantilismo adulto. Es un hervidero de cuarentones que hablan y se visten como críos, abundan los recuerdos infantiles resucitados en la televisión y en los libros, en particular entre los de la mayor cohorte, los nacidos entre 1970 y 1985.


En 1967, el 67% de los artículos de moda fueron adquiridos por jóvenes de entre 16 y 19 años. Como muy tarde en 2010, la vanguardia de los ávidos consumidores de entonces llegará a la edad de jubilación. Por el momento, nadie se atreve a predecir lo que ocurrirá, aunque lo más probable es que entre 2005 y 2010 comience un furtivo cambio cultural, cuyos primeros indicios son perceptibles ya en los actuales debates sobre las pensiones. La verdadera conmoción tendrá lugar entre 2010 y 2020, década en la que la generación de los nacidos entre 1960 y 1970 entrará en su personalísima crisis senil. La humillante imagen de la vejez que muy probablemente siga
imperando provocará un clima de gran tristeza y miedo. La mayor esperanza de vida hará que vivan personas mucho mayores de generaciones anteriores, y esto dará lugar en Alemania a una singular mezcla de generaciones completamente distintas entre sí, que formarán el conjunto de los biológica, social y económicamente viejos.

Para entonces, los que iban al instituto cuando la carrera de Michael Jackson alcanzó su cénit convivirán (con sus 50 años) en el sector viejo de la sociedad con los ancianos de 70 y 80 que vivieron el Mayo del 68, y puede que con algunos representantes de la generación de la II Guerra Mundial, conformando una nueva mayoría social. Pero aún hay más: mientras todo esto sucede
los avejentados hijos del baby boom estadounidense estarán globalizando su propio
envejecimiento, al igual que en su día comercializaron su juventud. Y estamos hablando de una generación que controla el 70% del capital en Estados Unidos.
Lo que conocemos como ilusión juvenil es una manifestación de poder adquisitivo. "Esta generación socava la sociedad como un cerdo trufero", escribe la antropóloga Helen Fischer, "y la historia va cambiando cada día, a medida que va haciéndose mayor". Los baby boom transformaron el mundo simplemente por ser muchos,
porque accedieron a un poder adquisitivo como nunca tuvo ninguna generación joven.

Los hijos del baby boom que vayan envejeciendo y muriendo darán
paso a una nueva cultura que dejará marcada para siempre a la sociedad.


(Para los que les haya parecido interesante, artículo completo en este enlace:


www.uklitag.com/site/images/uploads/schirrmacher_pais1.pdf)

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